martes, 19 de septiembre de 2017

En recuerdo del Campo de Concentración de Gurs: «contra la xenofobia, el racismo, el odio al diferente, la represión política y la destrucción de la dignidad humana».

L'Amicale du Camp de Gurs, es la asociación que formaron los antiguos presos en 1980 para recuperar el pasado y pelear en el presente «contra la xenofobia, el racismo, el odio al diferente, la represión política y la destrucción de la dignidad humana».

Gurs, el campo del que casi nadie habló durante medio siglo, resume la escalada del horror europeo: enlaza el bombardeo de Gernika con el exterminio de Auschwitz.




Hoy algunos supervivientes cuentan su historia en Gurs, hablan del frío, el hambre y el barro. Y dicen que ahora, cada vez que ven a los miles de refugiados que llegan a Europa huyendo de las guerras, les vienen a la memoria los republicanos que huyeron a Francia, los hombres que arrastraban maletones en la nieve, las mujeres que cargaban con niños pequeños. Ven cómo los meten en campos, igual que hicieron en Gurs, y ven que seguimos igual que hace 80 años

Lo suyo no son batallitas de viejo, son avisos importantes para que los jóvenes sepan qué pasa cuando no se respetan los derechos humanos. 

En sus inicios, fue un campo de refugiados construido en 1939 con el objetivo de albergar en él a combatientes republicanos de la Guerra Civil. No era el único, ya que ese mismo año el Gobierno francés había levantado varios campos para acoger a más de 250.000 personas refugiadas provenientes del Estado español. 

Las autoridades francesas aceptaron la petición del Gobierno Vasco en el exilio: enviar a los refugiados vascos a un campo en las provincias vascas.

Pero allí no los quisieron.

El diputado labortano René Delzangles pidió al ministro francés de Asuntos Exteriores «la repatriación general» de los refugiados «porque Francia no debe convertirse en el vertedero de Europa».

Lo construyeron  en solo 42 días, para acoger -encerrar- a refugiados republicanos de la Guerra Civil española.

En la primera semana llegaron más de 4.000 vascos, todos hombres jóvenes, soldados, militantes del PNV, del PSOE, del PC, de Izquierda Republicana: perdedores de la guerra. Los enviaron al pueblo de Gurs, donde habían despejado un inmenso campo cenagoso, habían construido 328 barracones y habían rodeado todo con alambradas y garitas de vigilancia.

Luis Ortiz Alfau fue uno de los primeros en llegar.



Al comenzar la Segunda Guerra Mundial llegaron a Gurs miles de personas huyendo del Tercer Reich, la mayoría judíos. 

En total, el campo de concentración de Gurs fue destino de 63.929 personas (6.500 vascas), procedentes de 52 países. Entre agosto de 1942 y febrero de 1943, seis convoyes transportaron a 3.907 de esas personas a Auschwitz. 

De todas ellas, quedan muy pocas vivas. Apenas una decena. Entre ellas Luis. Al que todavía le quedan fuerzas para acudir al homenaje anual que allí se celebra.

Luis tiene 100 años. Han pasado 78 desde que encerraron aquí a este republicano bilbaino, que pasó por las peores derrotas de la Guerra Civil -incluyendo el bombardeo de Gernika o la huida bajo la nieve de Cataluña a Francia-, que fue encerrado en Gurs, que después sobrevivió a los campos de concentración de Deusto y Miranda de Ebro y al trabajo esclavo en el Pirineo navarro.

Según la ficha que guarda el Archivo Histórico de Euskadi, Luis Ortiz Alfau salió del campo el 27 de junio de 1939 «reclamado por su familia».

Salió unos meses antes de que llegaran las nuevas oleadas de presos, en una transformación cada vez más monstruosa de Gurs.

A principios de 1940, con los nazis ya en Holanda y Bélgica, las autoridades francesas metieron en Gurs a 14.875 personas, casi todas mujeres, muchas judías: habían huido del Tercer Reich, pero Francia las consideró «peligrosas para la defensa nacional» porque eran alemanas o austriacas.

Aprovechando el ambiente, el gobierno también encerraró a comunistas y anarquistas franceses, republicanos españoles y nacionalistas vascos. En los documentos se referían a todos ellos como «indeseables».

Cuando los nazis invadieron Francia, se encontraron con mucho trabajo adelantado: Gurs les sirvió para encerrar a 18.185 judíos.



En los últimos meses de la guerra, durante el derrumbe nazi, las autoridades francesas todavía usaron los barracones podridos de Gurs para encerrar a gitanos, a putas, a vendedores del mercado negro, incluso a los guerrilleros españoles que habían fracasado en la invasión del Vall d'Aran.

El 31 de diciembre de 1945 cerraron definitivamente el campo. Vendieron la chatarra, quemaron los restos y en 1950 plantaron el bosque de robles: plantaron el olvido.


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