martes, 5 de junio de 2012

Para la víctima de esta historia ir a clase acabó convirtiéndose en una «tortura», según palabras del propio fiscal. Sus seis agresores le propinaban «de manera conjunta y sucesiva» golpes en el hombro y la espalda. «A veces caía al suelo por el dolor» y llegaba a casa con hematomas. A menudo «terminaba llorando» a la vista de todos los compañeros de aula y suplicaba a sus maltratadores que parasen, pero ellos no se conmovían. Al día siguiente la historia se repetía. Así durante medio año. Los ataques tuvieron lugar en el último trimestre de 2011 y en el primero de 2012 en un colegio donostiarra.
Todo lo anterior forma parte del relato de la Fiscalía de Gipuzkoa -al que tuvo acceso la agencia Efe-, que terminó procesando a la mitad de los seis presuntos agresores. Los otros tres no han cumplido los catorce años, de modo que no pueden ser acusados formalmente.

El Ministerio Público pide para los tres menores encausados -dos tienen catorce años y el tercero acaba de cumplir quince- 70 horas de prestaciones en beneficio de la comunidad y una compensación económica para quien fue su víctima, que deberán abonar sus padres. Además, solicita que el colegio, un centro concertado de San Sebastián, sea declarado «solidariamente responsable, en su condición de guardador» del alumno maltratado.
En el escrito de alegaciones, la Fiscalía describe que «el ambiente de violencia desplegado en el aula» contra el adolescente «llegó a ser tan insoportable para el resto de los alumnos» que finalmente fueron ellos mismos quienes informaron al tutor de lo que estaba ocurriendo. Porque las agresiones eran prácticamente diarias y tenían lugar entre clase y clase, mientras se producía el cambio de profesor.
Las súplicas del chaval no eran escuchadas por sus maltratadores y «el juego consistente en pegarle todos» se repetía un día tras otro, «una o dos veces diarias». Eso sí, las vejaciones cesaban durante aquellas jornadas en las que uno de los abusones no acudía a clase. A fuerza de sufrir tan triste rutina, la víctima llegó a interiorizar «los actos de violencia física como parte normalizada de su vida» y sufrió «pérdidas y debilidad en el cabello», así como «trastornos del sueño». Su rendimiento escolar descendió «notablemente».

Actualmente, el adolescente tiene «un miedo insuperable al encuentro fortuito con sus agresores» y está en tratamiento psicológico. Sufre estrés postraumático y ansiedad fóbica. Una vez denunciadas estas agresiones, el Juzgado de Guardia decretó como medida cautelar el alejamiento de los presuntos agresores, lo que en los últimos meses «ha ayudado a la estabilidad del menor», según revela el informe psicológico practicado a la víctima. Pero ahora es momento de tomar medidas de cara al futuro. El fiscal pide que el colegio se organice para que el curso que viene el maltratado no comparta clase con ninguno de los seis agresores.

Para el Ministerio Público los acusados son autores de un «delito de trato degradante en concurso ideal con una falta continuada de lesiones», y es de aplicación la circunstancia agravante de que se valieron del auxilio de terceros para llevar a cabo sus abusos. Por eso, pide que cumplan 70 horas de prestaciones en beneficio de la comunidad o, si no acceden voluntariamente a ello, que sean internados durante siete fines de semana en un centro. También solicita al juez que les prohíba acercarse a su víctima a menos de 50 metros o comunicarse con ella durante un año. Por último, reclama una indemnización de 6.000 euros para el menor maltratado en concepto de daño moral que deberán abonar los padres de los abusones o, solidariamente, el colegio.
El Departamento de Educación no quiso ayer valorar este asunto ya que, al tratarse de un centro concertado, «no depende de nosotros». Aún así, portavoces del Gobierno vasco aseguraron que la Inspección estuvo al tanto del proceso y valoraron que el caso de 'bulling' se atajó «relativamente rápido».

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