miércoles, 20 de noviembre de 2019

Respuestas al racismo en los estadios

En la víspera del Bulgaria-Chequia a puerta cerrada, los expertos recetan más mano dura y formación

La voltereta antifascista de Olivier Ntcham tras el 1-2 a la Lazio.
La voltereta antifascista de Olivier Ntcham tras el 1-2 a la Lazio.
Los racistas en las gradas son una bestia de difícil control. Pese a las leyes y los propósitos para desterrarlos, los estadios de fútbol siguen sumando capítulos vergonzosos. El domingo, el partido Bulgaria–República Checa, clasificatorio para la Eurocopa 2020, se disputará a puerta cerrada. Es el castigo de la UEFA por los insultos y los saludos nazis que, un mes atrás, lanzó un grupo de fascistas contra los jugadores ingleses de piel negra. Casi al mismo tiempo, en la Serie A italiana, los salvajes han vuelto a cebarse con futbolistas de origen africano. La Premier League, la Liga rusa también viven, periódicamente, situaciones intolerables. 

En la española quedan atrás los episodios más cafres. Se ha avanzado en los clubs de Primera y Segunda División, pero la lucha contra el racismo aún no ha llegado al fútbol base. Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, y Antonio Sánchez Pato, catedrático de Filosofía del Deporte y decano de la Facultad de Deporte de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), miden la temperatura a los últimos sucesos y recomiendan mantenerse  en guardia teniendo «el deporte como una herramienta clave para educar en valores de concordia, solidaridad, democracia y respeto».

Voltereta contra los fascistas de la Lazio

La imagen del cadáver de Benito Mussolini colgado boca abajo, junto al de su amante Clara Petacci, en una gasolinera de Milán es un símbolo que perdura en Europa. El pasado 7 de noviembre, 74 años después de la ejecución del dictador fascista, Olivier Ntcham, futbolista francés del Celtic de Glasgow, imitó la posición en que quedó el Duce para silenciar los insultos de los seguidores más violentos de la Lazio. 

La dedicatoria del futbolista en uno de los corners del estadio Olímpico de Roma fue repetida en la grada por un grupo de escoceses. Un falso fascista falsamente ahorcado como broche de una victoria en la Europa League.  Y algo más, una advertencia de que los fascistas nunca son bienvenidos y deberían estar desterrados de los estadios. 

Ataques a Balotelli y Lukaku

El presidente de la UEFA, Gianni Infantino, dice que debería prohibírseles el acceso a los estadios. Es el caso del líder ultra del Hellas Verona Luca Castellini que dirigió los ataques contra Balotelli en el partido de liga contra el Brescia: el club le ha sancionado con 11 años sin poder entrar en el campo después de alardear de su código maldito en una entrevista donde negó que el futbolista negro fuese italiano pese a que lo indica la partida de nacimiento. 

Los insultos de los ultras resonaron sobre Balotelli hasta que no pudo más, atrapó el balón y lo lanzó a las gradas. Quiso abandonar el terreno de juego, el partido se detuvo varios minutos mientras los futbolistas de los dos  equipos trataban de convencerle de que siguiera.

«El problema es que soy italiano», dijo Balotelli dos días después. Esta sensación se afina escuchando al catedrático Sánchez Pato. «El deporte es un amplificador de los problemas sociales ligados a identidades individuales y nacionales y a las ideologías», dice como si describiera a la parte de Italia fan de Matteo Salvini.

Puede certificarlo también Romelu Lukaku. El delantero del Inter avisó de que el mundo va en retroceso tras ser insultado en Cagliari. Dice Sánchez Pato: «En el deporte se ve claramente cómo sigue habiendo racismo en las sociedades europeas». 


Bulgaria-Chequia, un partido a puerta cerrada
 

Las lágrimas de Hristo Stoichkov mientras exigía una durísima sanción contra Bulgaria, su país, por los insultos contra los jugadores negros de Inglaterra se viralizaron durante unas horas, pero apenas conmovieron a los jueces de la UEFA, que decretaron el mínimo castigo. El domingo, el estadio Vasil Levski de Sofía será el escenario vacío del Bulgaria-República Checa, último partido del Grupo A, clasificatorio para la Eurocopa. 

Las gradas estarán vacías como castigo por los incidentes racistas del 14 de octubre pasado, cuando los búlgaros se midieron, es un decir, con los ingleses. El 0-6 del marcador final quedó sepultado por los saludos nazis y los insultos de una parte de la hinchada local contra los futbolistas negros de Inglaterra. El encuentro tuvo que interrumpirse dos veces para reclamar a los xenófobos que frenasen su actitud. 

Lagunas en el fútbol base español

Sánchez Pato considera que el aviso de las autoridades deportivas búlgaras fue importante, aunque lamenta que no convencieran a los intransigentes. «La FIFA, la UEFA y LaLiga hacen buenas campañas contra la violencia, el racismo y la intolerancia, pero solo serán suficientes el día en que toda la sociedad defienda los valores de concordia, solidaridad, democracia y respeto». El deporte es una herramienta clave, sostiene Sánchez Pato. «Faltan políticas efectivas de integración por parte de las autoridades europeas».

Esteban Ibarra aplaude que la ley española contra la violencia, el racismo y la xenofobia y la intolerancia en el deporte, aprobada en el 207, haya servido para los grandes estadios, pero avisa de que «si bajamos a las categorías inferiores, la ley ha sido ineficaz». En la receta del Movimiento contra la Intolerancia: cursos de formación para entrenadores y árbitros del fútbol base y la implicación de jugadores y entrenadores de élite. «Tienen mucho poder de influencia». 

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