Carmen Jiménez Recena, en la farmacia portuguesa donde estuvo de Erasmus. |
El año pasado Carmen Jiménez Recena estaba con una bata blanca ordenando medicamentos en el almacén de una farmacia de Vila Nova de Famalicão, una localidad de Portugal a menos de una hora de Oporto. A pesar de que sólo sabía de portugués lo que dio de sí un curso intensivo de una semana en el colegio Tres Olivos de Madrid, no se dejó intimidar ante tanto nombre escrito de forma distinta en las cajas de los fármacos. "La verdad es que me apañaba bastante bien, es un idioma muy parecido al nuestro y muchos clientes hablaban en castellano", cuenta.
Carmen vive en Alcobendas y tiene 23 años. Es la primera estudiante de España con síndrome de Down en irse de Erasmus. Por el famoso programa de movilidad europea han pasado alumnos con otro tipo de discapacidades, "pero no con la de Carmen, ella es la pionera", defiende orgullosa Manoli, su madre.
Carmen cursó y terminó un ciclo formativo de Grado Medio en Farmacia y Parafarmacia de dos años de duración. Durante el último curso, se pueden hacer prácticas en empresas en España o en el extranjero. Eso le permitió disfrutar durante seis semanas de una de las becas erasmus de FP, las más desconocidas del programa. Porque Erasmus no consiste sólo en irse a una universidad extranjera, sino que también pueden participar profesores, grupos de alumnos de Primaria y estudiantes que quieren hacer prácticas en empresas, tal y como explicó este martes el secretario de Estado de Universidades, José Manuel Pingarrón, durante la presentación de las ayudas para el curso que viene por parte del Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (Sepie).
Pingarrón y la directora del Sepie, Coral Martínez, contaron que el número de participantes en el Erasmus de FP ha subido un 87% en el último lustro y que el presupuesto adjudicado ha alcanzado los 33,5 millones de euros, un 20% más que el año anterior. Además, la cuantía para ayudas para alumnos con necesidades especiales se han duplicado hasta los 200.000 euros y se ha reducido el grado de discapacidad exigido para poder disfrutarlas. Los beneficiarios pueden tener hasta 2.000 euros mensuales, aseguraron. En el caso de Carmen no fue tanto, pero le pagaron el avión, todos los desplazamientos y la estancia en la residencia. Por las prácticas no percibió remuneración.
Carmen cuenta que quiso hacer Erasmus porque su hermana ya había ido y le daba un poco de envidia. "Todo el mundo debe de tener esta experiencia de viajar a un país del que nada sabe, ver lo que es la realidad de cada sitio. Yo nunca lo había hecho. Por la mañana estaba en la farmacia hasta las 5.00 y luego por la tarde hacíamos excursiones", expresa.
Lo que más recuerda de todo aquello es que le hizo espabilarse. Tener que aprender a desenvolverse en la farmacia, organizar su vida en la residencia, planificar las comidas, poner lavadoras, hacer la compra... No se había visto antes en otra igual. "Me ha convertido en una persona autónoma, independiente, valiente, segura y luchadora. Me cambió la vida"
Su madre asegura también que regresó "convertida en otra persona". "Nunca se había ido al extranjero sola antes y ha vuelto mucho más responsable. Se vio autónoma, con tarjeta bancaria y gestionando su dinero, haciendo cosas que en Madrid ni se planteaba, lo que es hacer una vida de estudiante. Vino con otra madurez".
La Comisión Europea acaba de publicar un informe que dice que el 80% de los estudiantes erasmus consigue un empleo tres meses después de terminar sus estudios. Carmen, que está en paro, confía en formar parte pronto de ese 80%. "Entrar a trabajar en una farmacia es complicado porque piden de uno a tres años de experiencia previa y yo sólo tengo lo de Portugal. Pero ahora voy a matricularme en un grado superior de Educación Infantil y espero trabajar algún día en una escuela".
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