Una estudiante con discapacidad visual, Valentina García, pone rostro al estudio ‘Acoso y ciberacoso’. “Ser diferente”, el factor desencadenante para padecer acoso escolar en el caso de los estudiantes con discapacidad.
Valentina García sufrió acoso escolar durante muchos años. Esta estudiante con discapacidad visual es un ejemplo de superación, pero también el rostro de una realidad que sigue latente en las aulas en el día a día.
Valentina padeció ‘bullying’ “por simplemente no ver bien”. En su opinión, el acoso “no te hace más fuerte. Hubiera agradecido más ayuda de otros compañeros del colegio para no sentirme tan sola”. Desde su experiencia, reclama “más educación desde el respeto y la tolerancia”.
Ella es la imagen del estudio ‘Acoso y ciberacoso’, elaborado por Fundación ONCE y el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) y presentado por Isabel Celaá, ministra de Educación y Formación Profesional en funciones; Miguel Carballeda, presidente del Grupo Social ONCE; Pilar Villarino, directora ejecutiva del CERMI, y Sabina Lobato, directora de Formación y Empleo, Operaciones y Transformación de Fundación ONCE.
A tenor de los datos, el 79,5% del alumnado con discapacidad, junto a los padres y los profesionales del ámbito de la educación, apuntan al hecho de “ser diferente” como el factor desencadenante para sufrir acoso escolar en el caso de los estudiantes con discapacidad.
El acoso y el ciberacoso escolar son formas de violencia entre iguales que se producen en las propias instalaciones escolares, en sus alrededores o en las actividades extraescolares, aunque en otras ocasiones, se llevan a cabo desde un dispositivo móvil, como consecuencia de las relaciones sociales establecidas por el alumnado en el contexto escolar.
Son comportamientos repetitivos de hostigamiento, intimidación y exclusión social de la víctima, que implican diversas formas de violencia física, psicológica y/o verbal, dentro del contexto educativo.
El acoso más frecuente
El estudio advierte de que las situaciones de acoso hacia el alumnado con discapacidad se prolongan durante años, suelen ser ejercidas por un grupo pequeño de compañeros y perpetradas por personas de su entorno más próximo, tales como estudiantes de su misma clase.
Además, alerta de que las consecuencias son muy negativas, desde el punto de vista emocional, social y académico. Así, las reacciones más frecuentes suelen pasar por el empeoramiento de las calificaciones (31,3%), el descenso de la motivación para asistir a clase (57,8%) y por el incremento de la tristeza (62,55%) y las “ganas de llorar” (53,6%).
Sabina Lobato explica que las burlas, el aislamiento y el rechazo son las modalidades de violencia escolar más frecuentes (8 de cada 10 casos). Asimismo, el alumnado víctima de ciberacoso lo ha sido, sobre todo, por recibir comentarios desagradables a través de WhatsApp (18,8%) y Facebook (10,3%). Además, los cursos en los que se registra una mayor proporción de acoso son el primer ciclo de Educación Secundaria (40%) y el segundo de Educación Primaria (37%).
Reacciones dispares
En ese contexto, la reacción de las víctimas es muy dispar, unos tratan de evitar el enfrentamiento y otros pasan a defenderse con violencia. Hay quienes se aíslan mientras que otros lo cuentan a amigos, padres o profesores. La reacción de la comunidad educativa ante las situaciones de acoso y ciberacoso también varía, si bien es cierto que cuatro de cada diez profesionales dicen que defienden a la víctima y ponen la situación en conocimiento del profesorado.
Según la opinión de más de la mitad de los profesionales del ámbito educativo, las familias de los agresores se muestran reacias ante la posibilidad de que sus hijos puedan actuar como tal. En cuanto al comportamiento de las familias de la víctima, es el mismo porcentaje de profesionales el que piensa que están predispuestas a atajar y solventar la situación, aunque en muchas ocasiones desconozcan cómo actuar ante el acoso.
Casi 6 de cada 10 profesionales del ámbito educativo, el 57,5%, son conocedores de la situación de acoso porque se lo ha contado un compañero del alumno o porque ha sido la misma víctima quien se lo ha confesado (56,9%). Cuando dichos profesionales toman conciencia de las situaciones de acoso suelen poner en marcha protocolos internos del centro educativo, antes que activar procedimientos externos de denuncia, según este estudio.
Consejos y recomendaciones
El informe extrae una serie de recomendaciones que pasan por desarrollar protocolos de prevención, detección e intervención que incorporen las necesidades específicas del alumnado con discapacidad; favorecer un trabajo interdisciplinar encaminado a mejorar y desarrollar las habilidades sociales de los alumnos, para que puedan evitar las situaciones de acoso, así como reconocerlas, verbalizarlas y denunciarlas, en el caso de que ocurran.
Ampliar la oferta formativa, desarrollar programas educativos con las familias, incrementar las medidas de protección dirigidas al alumnado con discapacidad, reducir el tiempo de intervención, elaborar y divulgar guías accesibles de prevención y buenas prácticas en las redes sociales o incorporar la figura del «alumnado ayudante» entre el alumnado con discapacidad, son otras de las propuestas.
El estudio aboga también por garantizar el derecho a la educación inclusiva y por favorecer el desarrollo de currículos que promuevan la educación en la diversidad, más allá de los conocimientos de tipo académico.
“La diversidad nos enriquece”
Al respecto, Isabel Celaá destaca que para acabar con el hecho de que “ser diferente” sea un factor de riesgo para sufrir acoso, “se debe apostar en todos los centros educativos por la convivencia positiva”. “La heterogeneidad de nuestras escuelas es una seña de identidad que debemos promover, ya que la diversidad nos enriquece”.
Según señalan los impulsores del informe, Fundación ONCE y CERMI, en España apenas existen datos o estudios específicos sobre esta realidad. “Conocer la situación que vive el alumnado con discapacidad víctima de acoso y ciberacoso servirá para poner los medios adecuados en la prevención de este tipo de situaciones, así como para atajarlas en el caso de que se estén produciendo en la actualidad, aseguran.
Carballeda también sufrió acoso escolar
Por su parte, Pilar Villarino resalta la importancia de llevar a cabo estudios como este y pidió que sea tenido en cuenta “en la agenda de la lucha contra el acoso escolar” del Gobierno, “ya que se trata de una situación muy grave que requiere de soluciones estructurales para eliminar esta lacra social”. Asimismo, alerta de la “especial exposición” a sufrir acoso de las niñas con discapacidad.
El presidente del Grupo Social ONCE, Miguel Carballeda, recuerda que sufrió acoso también en su etapa escolar por su discapacidad visual. “Hay muchas Valentinas a las que no les resulta fácil acudir cada día a su clase”, en referencia al testimonio de la estudiante que ha puesto rostro al estudio.
“El colegio es una oportunidad que debe ser igual para todos, con discapacidad o no. Tener la mejor educación para nuestros chavales en España es la mejor inversión”, concluye.
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