El 6 de febrero de 1991 fallecía la filósofa María Zambrano, después de haber dejado un importante legado en forma de publicaciones en las que expresaba su pensamiento. Su trabajo le hizo ganar un gran reconocimiento en los últimos años de su vida.
La filósofa María Zambrano, en torno al año 1987. (Foto: Fundación María Zambrano.) |
María Zambrano falleció con 86 años un día como hoy, en 1991. Su vida estuvo marcada por una época de grandes cambios en España y su legado, en forma de varias publicaciones en las que expresaba su pensamiento, sigue aún muy presente en la sociedad española.
Pasando a la historia como una de las grandes pensadoras españolas del último cuarto del siglo XX, nació en Vélez-Málaga un 22 de abril de 1904. Hija de maestros de la Escuela Graduada de Vélez, cuatro años más tarde se trasladó a Madrid y empezó a asistir a la escuela. En ese tiempo, pasó una época en Segovia, pero regresó a Madrid en torno al año 1924 para cursar los estudios de Filosofía.
Entre sus profesores, contó con la cátedra de José Ortega y Gasset o Xavier Zubiri. Además, participó en distintos movimientos estudiantiles antes de publicar su primer libro, titulado Horizonte del liberalismo, en 1930.
Tan solo un año después, fue nombrada profesora auxiliar de Metafísica en la Universidad Central, además de dar clases en el Instituto Escuela. Entre diversas colaboraciones con revistas como Cruz y Raya o Azor, María Zambrano tuvo relación con miembros de la Generación del 27 como Luis Cernuda o Emilio Prados.
Se casó en 1936 con Alfonso Rodríguez Aldave y ambos viajaron a La Habana. En 1937, con la Guerra Civil en pleno auge, regresaron a España para colaborar en defensa de la República, aunque terminaron saliendo para el exilio en 1939.
Pasando a la historia como una de las grandes pensadoras españolas del último cuarto del siglo XX, nació en Vélez-Málaga un 22 de abril de 1904. Hija de maestros de la Escuela Graduada de Vélez, cuatro años más tarde se trasladó a Madrid y empezó a asistir a la escuela. En ese tiempo, pasó una época en Segovia, pero regresó a Madrid en torno al año 1924 para cursar los estudios de Filosofía.
Entre sus profesores, contó con la cátedra de José Ortega y Gasset o Xavier Zubiri. Además, participó en distintos movimientos estudiantiles antes de publicar su primer libro, titulado Horizonte del liberalismo, en 1930.
Tan solo un año después, fue nombrada profesora auxiliar de Metafísica en la Universidad Central, además de dar clases en el Instituto Escuela. Entre diversas colaboraciones con revistas como Cruz y Raya o Azor, María Zambrano tuvo relación con miembros de la Generación del 27 como Luis Cernuda o Emilio Prados.
Se casó en 1936 con Alfonso Rodríguez Aldave y ambos viajaron a La Habana. En 1937, con la Guerra Civil en pleno auge, regresaron a España para colaborar en defensa de la República, aunque terminaron saliendo para el exilio en 1939.
En el exilio hasta finalizada la dictadura
En esos años, pasó por diversos países latinoamericanos y ciudades europeas como París, Roma o Ginebra. No regresó a España hasta varios años después de la dictadura franquista, en 1981. Es en esta etapa cuando gozó de un mayor reconocimiento como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades o el nombramiento como Hija Predilecta de Vélez-Málaga.
María Zambrano pudo ver cómo su obra era cada vez más valorada en su país natal, aunque cayó enferma en 1983 con artrosis, sin visión por cataratas y con una anemia muy pronunciada. Por ello, llevó una vida más tranquila a partir de ese momento, aunque no dejó de lado su actividad intelectual.
Esa incansable motivación por seguir realizando aportaciones con su pensamiento le hizo ganar el Premio Cervantes en 1988. Incluso en 1990, en una silla de ruedas y con unas fuerzas muy mermadas, siguió publicando algunos artículos. El último de estos artículos fue Peligros de la paz, centrado en los sucesos acontecidos en el Golfo Pérsico.
La filósofa murió el 6 de febrero de 1991 en el Hospital de La Princesa. Posteriormente, se trasladaron sus restos a Vélez-Málaga, donde se situaron en una pequeña casa bajo un limorero en el cementerio local.
En esos años, pasó por diversos países latinoamericanos y ciudades europeas como París, Roma o Ginebra. No regresó a España hasta varios años después de la dictadura franquista, en 1981. Es en esta etapa cuando gozó de un mayor reconocimiento como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades o el nombramiento como Hija Predilecta de Vélez-Málaga.
María Zambrano pudo ver cómo su obra era cada vez más valorada en su país natal, aunque cayó enferma en 1983 con artrosis, sin visión por cataratas y con una anemia muy pronunciada. Por ello, llevó una vida más tranquila a partir de ese momento, aunque no dejó de lado su actividad intelectual.
Esa incansable motivación por seguir realizando aportaciones con su pensamiento le hizo ganar el Premio Cervantes en 1988. Incluso en 1990, en una silla de ruedas y con unas fuerzas muy mermadas, siguió publicando algunos artículos. El último de estos artículos fue Peligros de la paz, centrado en los sucesos acontecidos en el Golfo Pérsico.
La filósofa murió el 6 de febrero de 1991 en el Hospital de La Princesa. Posteriormente, se trasladaron sus restos a Vélez-Málaga, donde se situaron en una pequeña casa bajo un limorero en el cementerio local.
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