La mayoría de las agresiones del colectivo LGTBI que tienen lugar en internet no se denuncian
Durante el primer trimestre del año, el tiempo que dedicamos a las redes y a otras aplicaciones móviles ha aumentado un 20% debido, en gran parte, al confinamiento.Se trata de un espacio que destinamos sobre todo a socializar y a entretenernos pero que también puede servir para acosar y agredir.
El 11% del odio que se trasmite en la red se hace para agredir verbalmente o acosar a personas con sexualidades diferentes a la heterosexual. En algunos países, esos insultos y agresiones en línea son el pan de cada día.
“Las redes permiten visibilizar determinados colectivos, pero al mismo tiempo el anonimato y el hecho de que no haya una interacción cara a cara está fomentando que también sea el lugar donde se generan mensajes de odio, acoso y demás agresiones”, señala Susanna Tesconi, profesora de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC.
Lo cierto es que las cifras en España también hablan de ciberhomofobia: el año pasado, el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia presentaba su informe anual destacando que en 2018 se produjeron solo en la Comunidad de Madrid 345 incidentes de odio contra el colectivo LGTB.
Según Enguix, el odio y la agresión ante la diferencia pueden obedecer a motivos distintos, pero generalmente están vinculados a la protección de las relaciones de género tradicionales desde posiciones que consideran que esas relaciones sustentan unos valores tradicionales.
El catedrático de Derecho Penal de la UOC Josep Maria Tamarit explica que, aunque las amenazas en línea que puedan considerarse provocación al odio o a la discriminación contra el colectivo son delitos públicos que pueden ser investigados por la policía, y pese a que los fiscales especializados en delitos de odio impulsen algunas investigaciones, la baja tasa de denuncia de los afectados es una dificultad.
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