Tras 27 años en prisión, el líder del Congreso Nacional Africano se convirtió en 1994 en el primer presidente negro de Sudáfrica para acabar con más de cuatro décadas de apartheid
Mandela y su lucha contra el apartheid
Nelson Mandela saluda a la multitud tras su liberación de la prisión (Victor Verster) (.) |
EL CONTEXTO
¿Cómo pudo llegar hasta los albores del siglo XXI un régimen donde la segregación racial estaba amparada por la ley, las instituciones al servicio de una sola etnia y las libertades limitadas en función del color de la piel? Es uno de los mayores interrogantes del final de un siglo convulso, con el apartheid como una de las últimas grandes deudas pendientes de la humanidad en su garantía –al menos de iure– de los Derechos Humanos.
Tres siglos de aislamiento de la vieja metrópoli, hasta el punto de configurar una lengua propia, sumado al enclaustramiento cultural, religioso y étnico frente a las poblaciones autóctonas, llevaron a los bóeres de origen neerlandés que se asentaron en el oeste y el sur de la actual Sudáfrica y las zonas fértiles de Namibia a constituirse como una de las sociedades occidentales más cerradas y autosuficientes. Un fenómeno agudizado por hasta tres guerras –perdidas– con los colonizadores británicos entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La relación de la población afrikáner blanca con los pueblos locales siempre fue de sometimiento, y cuando el Imperio Británico ilegalizó cualquier conato de esclavitud en todos sus dominios, las grandes explotaciones de los colonos siguieron manteniendo el mismo régimen de vasallazgo con sus trabajadores negros.
De mayoría afrikáner y una relación simplemente formal con la metrópoli británica, la entonces Unión Sudafricana tampoco vivió el proceso de descolonización de otros países africanos. Tres siglos de asentamiento y unos usos y costumbres arraigados llevaron a los descendientes de los primeros bóeres a controlar el país con una legislación propia que marginaba a la población negra y a proclamarse como República y romper sus lazos con Londres en 1961. Era el desenlance de la política nacionalista iniciada en 1948 por el presidente Daniel Malan, quien tras ganar las elecciones –limitadas a electores afrikáneres– sentó las bases del apartheid.
En este contexto aflora la figura de un joven Rolihlahla Mandela –Nelson fue el nombre blanco que le pusieron en la escuela– que pudo estudiar Derecho en una de las universidades reservadas para los negros por su origen aristocrático en la etnia xhosa. El destino hizo que para evitar un matrimonio pactado que no era de su agrado huyese a Johannesburgo, donde entró en un bufete de abogados e inició su activismo, primero en el Congreso Nacional Africano y más tarde en el Partido Comunista Sudafricano.
Tras liderar diversas protestas no violentas contra la segregación racial y por la igualdad , en 1962 fue arrestado y acusado de conspiración para derrocar al gobierno como uno de los fundadores del movimiento Umkhonto we Sizwe (La Lanza de la Nación), que llegó a convertirse en un grupo armado apoyado por el Gobierno socialista de Angola. Por ello fue condenado a muerte en 1964 en el denominado proceso de Rivonia. Una pena después conmutada por cadena perpetua ante la presión internacional. “He acariciado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan en armonía e igualdad de oportunidades. Es un ideal y espero vivir para lograrlo. Pero, si fuera necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”, alegó ante el tribunal.
Tras 27 años de cautiverio, el Ejecutivo presidido por Frederik de Klerk decidió liberarlo en 1990 en medio de una gran campaña internacional
En prisión, su figura se acrecentó y creció entre una comunidad internacional incapaz de entender el apartheid y la violencia gubernamental ante las constantes protestas de la población negra. Tras 27 años de cautiverio, el Ejecutivo presidido por Frederik de Klerk decidió liberarlo en 1990 en medio de una gran campaña internacional contra el régimen que había supuesto incluso un duro embargo económico. El hundimiento del bloque soviético liberó de carga política la figura de Mandela, quien no obstante dijo no arrepentirse de haber apoyado la lucha armada y quien siguió considerado oficialmente por Estados Unidos miembro de una formación terrorista hasta 2008.
En prisión, su figura se acrecentó y creció entre una comunidad internacional incapaz de entender el apartheid y la violencia gubernamental ante las constantes protestas de la población negra. Tras 27 años de cautiverio, el Ejecutivo presidido por Frederik de Klerk decidió liberarlo en 1990 en medio de una gran campaña internacional contra el régimen que había supuesto incluso un duro embargo económico. El hundimiento del bloque soviético liberó de carga política la figura de Mandela, quien no obstante dijo no arrepentirse de haber apoyado la lucha armada y quien siguió considerado oficialmente por Estados Unidos miembro de una formación terrorista hasta 2008.
La liberación de Mandela y las reformas impulsadas por De Klerk acabaron con más de cuatro décadas de apartheid y tras un período de gobierno de unidad que sentó las bases para cohesionar una sociedad absolutamente dividida, permitió la celebración de las primeras elecciones libres y universales del país. Nelson Mandela se convirtió así en 1994 en el primer presidente negro al frente de la candidatura del Congreso Nacional Africano y en su primer discurso oficial tras asumir el cargo, pronunciado el 10 de mayo de 1994 –que ofrecemos–, proclamó el nacimiento del país multicultural y multiétnico que es hoy en día Sudáfrica pese a la pesada losa que representa aún el pasado.
EL DISCURSO
“En el día de hoy, todos nosotros, mediante nuestra presencia aquí y mediante las celebraciones en otras partes de nuestro país y del mundo, conferimos esplendor y esperanza a la libertad recién nacida. De la experiencia de una desmesurada catástrofe humana que ha durado demasiado tiempo debe nacer una sociedad de la que toda la humanidad se sienta orgullosa.
”Nuestros actos diarios como sudafricanos de a pie deben producir una auténtica realidad sudafricana que reafirme la creencia de la humanidad en la justicia, refuerce su confianza en la nobleza del alma humana y dé aliento a todas nuestras esperanzas de una vida espléndida para todos. Todo esto nos lo debemos a nosotros mismos y se lo debemos a los pueblos del mundo que tan bien representados están hoy aquí.
”Sin la menor vacilación digo a mis compatriotas que cada uno de nosotros está íntimamente arraigado en el suelo de este hermoso país, igual que lo están los famosos jacarandás de Pretoria y las mimosas del Bushveld. Cada vez que uno de nosotros toca el suelo de esta tierra, experimentamos una sensación de renovación personal. El clima de la nación cambia a medida que lo hacen también las estaciones. Una sensación de júbilo y euforia nos conmueve cuando la hierba se torna verde y las flores se abren.
De la experiencia de una desmesurada catástrofe humana que ha durado demasiado tiempo debe nacer una sociedad de la que la humanidad se sienta orgullosa
”Esa unidad espiritual y física que todos compartimos con esta patria común explica la profundidad del dolor que albergamos en nuestro corazón al ver cómo nuestro país se hacía pedazos a causa de un terrible conflicto, al verlo rechazado, proscrito y aislado por los pueblos del mundo, precisamente por haberse convertido en la sede universal de la ideología y la práctica perniciosas del racismo y la opresión racial.
”Esa unidad espiritual y física que todos compartimos con esta patria común explica la profundidad del dolor que albergamos en nuestro corazón al ver cómo nuestro país se hacía pedazos a causa de un terrible conflicto, al verlo rechazado, proscrito y aislado por los pueblos del mundo, precisamente por haberse convertido en la sede universal de la ideología y la práctica perniciosas del racismo y la opresión racial.
”Nosotros, el pueblo sudafricano, nos sentimos satisfechos de que la humanidad haya vuelto a acogernos en su seno; de que nosotros, que no hace tanto estábamos proscritos, hayamos recibido hoy el inusitado privilegio de ser los anfitriones de las naciones del mundo en nuestro propio territorio. Damos las gracias a todos nuestros distinguidos huéspedes internacionales por haber acudido a tomar posesión, junto con el pueblo de nuestro país, de lo que es, a fin de cuentas, una victoria común de la justicia, de la paz, de la dignidad humana.
”Confiamos en que continuarán ofreciéndonos su apoyo a medida que nos enfrentemos a los retos de la construcción de la paz, la prosperidad, la democracia, la erradicación del sexismo y del racismo. Apreciamos hondamente el papel que el conjunto de nuestro pueblo, así como sus líderes de masas, políticos, religiosos, jóvenes, empresarios, tradicionales y muchos otros, tanto hombres como mujeres, han desempeñado para provocar este desenlace. De entre todos ellos, mi segundo vicepresidente, el honorable F. W. de Klerk, es uno de los más significativos.
Nos enfrentemos a los retos de la construcción de la paz, la prosperidad, la democracia, la erradicación del sexismo y del racismo
También nos gustaría rendir tributo a nuestras fuerzas de seguridad, a todas sus filas, por el distinguido papel que han desempeñado en la salvaguarda de nuestras primeras elecciones democráticas, así como de la transición a la democracia, protegiéndonos de fuerzas sanguinarias que continúan negándose a ver la luz.
También nos gustaría rendir tributo a nuestras fuerzas de seguridad, a todas sus filas, por el distinguido papel que han desempeñado en la salvaguarda de nuestras primeras elecciones democráticas, así como de la transición a la democracia, protegiéndonos de fuerzas sanguinarias que continúan negándose a ver la luz.
”Ha llegado el momento de curar las heridas. El momento de salvar los abismos que nos dividen. Nos ha llegado el momento de construir. Al fin hemos logrado la emancipación política. Nos comprometemos a liberar a todo nuestro pueblo del persistente cautiverio de la pobreza, las privaciones, el sufrimiento, la discriminación de género así como de cualquier otra clase.
”Hemos logrado dar los últimos pasos hacia la libertad en relativas condiciones de paz. Nos comprometemos a construir una paz completa, justa y perdurable. Hemos triunfado en nuestro intento de implantar esperanza en el seno de millones de los nuestros. Contraemos el compromiso de construir una sociedad en la que todos los sudafricanos, tanto negros como blancos, puedan caminar con la cabeza alta, sin ningún miedo en el corazón, seguros de contar con el derecho inalienable a la dignidad humana: una nación irisada, en paz consigo misma y con el mundo.
”Como muestra de este compromiso de renovación de nuestro país, el nuevo Gobierno provisional de la unidad nacional, puesto que es apremiante, aborda el tema de la amnistía para gente nuestra de diversa condición que actualmente se encuentra cumpliendo condena. Dedicamos el día de hoy a todos los héroes y las heroínas de este país y del resto del mundo que se han sacrificado de numerosas formas y han ofrendado su vida para que pudiéramos ser libres. Sus sueños se han hecho realidad. La libertad es su recompensa.
Nunca jamás volverá a suceder que esta hermosa tierra experimente de nuevo la opresión de los unos sobre los otros, ni que sufra la humillación de ser la escoria del mundo
Nos sentimos a la par humildes y enaltecidos por el honor y el privilegio que vosotros, el pueblo sudafricano, nos habéis conferido como primer presidente de una Sudáfrica unida, democrática, no racista y no sexista, para conducir a nuestro país fuera de este valle de oscuridad.
Nos sentimos a la par humildes y enaltecidos por el honor y el privilegio que vosotros, el pueblo sudafricano, nos habéis conferido como primer presidente de una Sudáfrica unida, democrática, no racista y no sexista, para conducir a nuestro país fuera de este valle de oscuridad.
”Aun así, somos conscientes de que el camino hacia la libertad no es sencillo. Bien sabemos que ninguno de nosotros puede lograr el éxito actuando en solitario. Por consiguiente, debemos actuar en conjunto, como un pueblo unido, para lograr la reconciliación nacional y la construcción de la nación, para alentar el nacimiento de un nuevo mundo. Que haya justicia para todos. Que haya paz para todos. Que haya trabajo, pan, agua y sal para todos. Que cada uno de nosotros sepa que todo cuerpo, toda mente y toda alma han sido liberados para que puedan sentirse realizados.
”Nunca, nunca jamás volverá a suceder que esta hermosa tierra experimente de nuevo la opresión de los unos sobre los otros, ni que sufra la humillación de ser la escoria del mundo. Que impere la libertad. El sol jamás se pondrá sobre un logro humano tan esplendoroso. Que Dios bendiga África. Muchas gracias.”
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